Hoy quiero hablar de nuestros queridos jubilados, esos ancianos-as entrañables con peinados graciosos y que siempre andan contando historias de la guerra o de cuando eran jóvenes o de cuando eran jóvenes y estaban en la guerra. A los jubilados los puedes encontrar en varios sitios:
1. En el parque cuando hay solecico dando de comer a las palomas
Se juntan en grupicos, normalmente de cuatro o cinco jubilados, y comentan los temas de más actualidad: o sea, hablan de cuando eran jóvenes. Otros temas que les encantan: los nietos (por supuesto todos los nietos de jubilados son universitarios con brillantes carreras y que ganan mucho dinero) y las enfermedades (cuanto más graves, más interesante el tema).
2. En la casa del jubilado jugando a las cartas
Destacan juegos populares como el guiñote (normalmente hombres) y el rabino (normalmente mujeres). En los grupos de rabino a veces se ven jubilados de género masculino ligoteando con las rabineras. Algunos atrevidos innovan con juegos como la escoba.
3. En el bingo
Sí, aunque muchos tienen problemas de oído y/o vista y/o parkinson, son unos ases en este tipo de locales. Si se anda justico de pensión, siempre se puede organizar un bingo casero.
4. En el mercado central
En especial a las horas puntas: las 8.40 y las 9.40 (notese que coincide con las horas en las que el 23 pasa por el mercado central para llegar puntual a la clase de las 9 o a la de las 10). Tenemos el jubilado que opta por llevar un moderno carrito con ruedas y telita a cuadros lleno de pescado (este se huele en cuanto sube) o el jubilado que lleva n bolsas de verdura y/o fruta. Increible, porque casi no pueden andar pero se suben en el autobús con una cuarta parte de su peso en bolsas, se abren paso entre el gentío e ¡incluso corren porque se les escapa el bus! - que prisa tendrán e). Igualmente van a llenar y ralentizar el autobús (casualmente se dividen en dos turnos: los que van hacia el mercado central a las x.40 y los que vuelven del mercado central a las x.40).
5. En la consulta del médico
Pero sobre todas las cosas, lo que más les gusta es ir a la consulta del médico. En la consulta del médico se encuentran con otros jubilados, disfrutan charlando sobre temas apasionantes como: 1) enfermedades, 2) enfermedades crónicas, 3) enfermedades de sus parientes muertos, 4) enfermedades de sus parientes vivos y 5) enfermedades hereditarias. Si quieres encontrar jubilados en acción tienes que ir en hora punta. Por supuesto a partir de la una no verás que llegue ninguno (es hora de comer para poder llegar puntual a la partida - ver punto 2). Tampoco los encontrarás vísperas de festivos o días en los que regalen algo en la plaza del Pilar (sobre todo si regalan comida). Sin embargo, en un día normal como hoy, las doce de la mañana parece la hora propicia para encontrar un gran número de jubilados en la consulta del médico. Algunos de los comentarios con más éxito de hoy han sido: "mira tú estee, tanto protestar porque tardaba mucho el anterior y el rato que se pega" (sí señora, usted tiene mucha prisa, ha tenido que salir antes del trabajo, dejarse hecha la comida y le esperan los niños, claro), "pues mira tú la enfermera, que sólo me ha hecho dos recetas en vez de tres y voy a tener que volver antes" (claaaro, como si no les gustase ir al médico), "pero miraa, este llega el último y pasa el primero" (no señora, lo que pasa es que viene a su hora, no una hora y media antes de que le toca).
Total que la pobre jefa mantis con hora de consulta a las 12.45 ha entrado a las 14.20 y porque les ha dado pena a un matrimonio (no eran jubilados, por supuesto) y la han colado. Todo para una maldita receta de antibiótico!!!
Así son los jubilados, entreñables, agradables y pacientes.
1. En el parque cuando hay solecico dando de comer a las palomas
Se juntan en grupicos, normalmente de cuatro o cinco jubilados, y comentan los temas de más actualidad: o sea, hablan de cuando eran jóvenes. Otros temas que les encantan: los nietos (por supuesto todos los nietos de jubilados son universitarios con brillantes carreras y que ganan mucho dinero) y las enfermedades (cuanto más graves, más interesante el tema).
2. En la casa del jubilado jugando a las cartas
Destacan juegos populares como el guiñote (normalmente hombres) y el rabino (normalmente mujeres). En los grupos de rabino a veces se ven jubilados de género masculino ligoteando con las rabineras. Algunos atrevidos innovan con juegos como la escoba.
3. En el bingo
Sí, aunque muchos tienen problemas de oído y/o vista y/o parkinson, son unos ases en este tipo de locales. Si se anda justico de pensión, siempre se puede organizar un bingo casero.
4. En el mercado central
En especial a las horas puntas: las 8.40 y las 9.40 (notese que coincide con las horas en las que el 23 pasa por el mercado central para llegar puntual a la clase de las 9 o a la de las 10). Tenemos el jubilado que opta por llevar un moderno carrito con ruedas y telita a cuadros lleno de pescado (este se huele en cuanto sube) o el jubilado que lleva n bolsas de verdura y/o fruta. Increible, porque casi no pueden andar pero se suben en el autobús con una cuarta parte de su peso en bolsas, se abren paso entre el gentío e ¡incluso corren porque se les escapa el bus! - que prisa tendrán e). Igualmente van a llenar y ralentizar el autobús (casualmente se dividen en dos turnos: los que van hacia el mercado central a las x.40 y los que vuelven del mercado central a las x.40).
5. En la consulta del médico
Pero sobre todas las cosas, lo que más les gusta es ir a la consulta del médico. En la consulta del médico se encuentran con otros jubilados, disfrutan charlando sobre temas apasionantes como: 1) enfermedades, 2) enfermedades crónicas, 3) enfermedades de sus parientes muertos, 4) enfermedades de sus parientes vivos y 5) enfermedades hereditarias. Si quieres encontrar jubilados en acción tienes que ir en hora punta. Por supuesto a partir de la una no verás que llegue ninguno (es hora de comer para poder llegar puntual a la partida - ver punto 2). Tampoco los encontrarás vísperas de festivos o días en los que regalen algo en la plaza del Pilar (sobre todo si regalan comida). Sin embargo, en un día normal como hoy, las doce de la mañana parece la hora propicia para encontrar un gran número de jubilados en la consulta del médico. Algunos de los comentarios con más éxito de hoy han sido: "mira tú estee, tanto protestar porque tardaba mucho el anterior y el rato que se pega" (sí señora, usted tiene mucha prisa, ha tenido que salir antes del trabajo, dejarse hecha la comida y le esperan los niños, claro), "pues mira tú la enfermera, que sólo me ha hecho dos recetas en vez de tres y voy a tener que volver antes" (claaaro, como si no les gustase ir al médico), "pero miraa, este llega el último y pasa el primero" (no señora, lo que pasa es que viene a su hora, no una hora y media antes de que le toca).
Total que la pobre jefa mantis con hora de consulta a las 12.45 ha entrado a las 14.20 y porque les ha dado pena a un matrimonio (no eran jubilados, por supuesto) y la han colado. Todo para una maldita receta de antibiótico!!!
Así son los jubilados, entreñables, agradables y pacientes.
6 comentarios:
A mi me encantan los simpaticos jubilados del 23, que con sus aromas marinos nos recuerdan que estamos en exámenes y que la playa queda muy lejana (y también apartan de nuestros paladares el delicioso olor del café o de la leche con colacao y los sustituyen por ricos percebes) También los que, como muy bien comentas, se suben en la parada de las murallas, sobretodo cuando va más lleno, para bajarse... una parada después. Y nos empujan y critican, "que juventud es ésta", "en mis tiempos no pasaban estas cosas", "creo que no me he tomado la pastilla" y demás perlas literarias.
También quiero recordar a cierto personaje que puebla la fauna tuzcense (y que puede, o no ser un jubilado, normalmente de reciente incorporación y que presume de nuevas tecnologías para aparentar lozanía púber): aquel que le chilla a su móvil contándole su última dentadura postiza (¡ahora ya no usa algasiv!), o cualquier otra aventura de emociante intriga (¡que el hijo de la mari se ha separao! Ya sabía yo que era un bala perdida...) y sobre todo nos ayudan a los demás, porque estas bellas personas realizan un bien común, que seguramente y en un futuro no muy lejano, tenga una secretaría de gobierno, o un ministerio; amenizar nuestros viajes en autobús haciéndonos olvidar el aburrimiento y la monotonía porque, ¿quién quiere tener un viaje tranquilo, rápido y sin incidentes (¡ayúdenme, que se me han caído las naranjas!)?
jajaja ya te digo, cuando van al médico 2 horas antes y luego se quejan de que no les toca.
PD: Thorgal, te he borrado un comentario que lo tenías duplicado.
Jeje, muy divertido.
Por cierto, ¿debería preocuparme si se empiezan a cumplir algunos de estos puntos en mis padres? (que no están jubilados) :P
Gracias Eidan, el navegador me jugó una mala pasada, ;-).
Hoy he sido testigo de otro espectáculo tuzcense lamentable. Dos manadas de canis (machos y hembras) realizando el ritual del apareamiento, desde extremos opuestos del bus. No se si definirlo como "apareamiento" porque analizando el pelaje de los especímenes no deberían superar los dos o tres años de edad física (y mental). Menos mal que tenía el iPod a todo volumen y he podido evitar oír sus gritos guturales aunque con la cara que ponía la abuelilla que estaba sentada a mi lado me lo puedo imaginar, :-)
Jajaja! Y tan cierto!
Yo los que mas odio son los jubilados del autobús. Criticando a todas horas con su olor a viejuno y su cara de "déjame sentarme que tengo más arrugas que tú" me amargan cada viaje. Si son viejos y están que no se aguantan, yo me levanto y les dejo sentarse; pero si les veo que se enorgullecen de que son jubilados para que le cedas tu asiento, y les veo que están más sanos que yo, entonces espero a que me lo pidan, porque si no, no me levanto ni en broma.
De entre todas las habilidades que tienen los jubilados, aparte de la de tocarte los huevos, destaco su majestuosidad jugando a la petanca. Insuperable
Yo soy una espontánea del blog pero, como me encanta el mundo del jubilado y de los viajes del IMserso, no he podido evitar pasarme por aquí!
Algo muy común entre la juventud gallega del ayer es pillar por banda a cualquier jovenzuelo del hoy y hablarle durante todo el trayecto que compartan. Poco importa que vayas con prisa y se lo hagas saber apurando el paso, el jubilauta siempre adaptará su historia al tiempo que dure el acto comunicativo.
¡Y que vivan nuestros amigos los jubilados y sus apasionantes anécdotas!
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